Regálate la oportunidad de conectar más profunda y genuinamente con tu pareja. Si no tienes pareja, date la oportunidad de conectar más profundamente contigo mismo, para que estés listo a conectar con la persona idónea cuando aparezca la oportunidad. Ven al:
Muchas
parejas sienten que con el tiempo se desvanece el amor. La magia que
sentimos al tratar de conquistar a la pareja desaparece mientras va
madurando la relación. Tal parece que el deseo no se satisface al
cumplir nuestra fantasía, y que la curiosidad está en el deseo, y no
tanto en el resultado final.
Entonces, ¿cómo puedo mantener vivo el deseo con mi pareja? Para
poder entender las expectativas de la pareja, tenemos que conocer y
satisfacer nuestras propias expectativas. Para eso, debemos estar al
tanto de cómo aprendimos a experimentar el amor.
¿Quién fue nuestro primer amor? De acuerdo a Bert Hellinger, creador de la teoría de las constelaciones familiares, nuestro primer amor es nuestra madre.
Ella nos dio la vida, creó el espacio de amor en el que fuimos
concebidos, nos cargó en su vientre, nos alimentó, muchas veces con
leche materna, nos tomó en sus brazos, nos enseñó muchas cosas, nos
protegió del frío, del miedo y del dolor. Estando con ella nos sentíamos
seguros, felices, aceptados, amados, nutridos y llenos de vida.
Nuestra memoria emocional grabó esa experiencia y se convirtió en lo
que hoy conocemos como amor. Eso mismo es lo que sentimos al
enamorarnos.
Desafortunadamente, el placer no es eterno. Mamá,
eventualmente, nos “abandona” para atender otras responsabilidades:
cocina, limpieza, hermanos, empleo, entre otras. Como infantes, tomamos
el abandono como una traición y emocionalmente lo registramos como
nuestra primera experiencia de desamor.
Más adelante en
nuestras vidas, esa memoria emocional vuelve a salir, y la proyectamos
hacia nuestras parejas. De acuerdo a esta perspectiva, tanto el amor
como el desamor son proyecciones hacia la madre.
¿Estoy repitiendo la historia? Al darnos cuenta de que nuestras parejas son simplemente reflejos de lo que llevamos adentro, nos liberamos de las expectativas irreales que estamos colocando en ellas.
De esta forma, en vez de exigirles que nos traten de cierta manera, y reclamarles cada vez que nos falte algo, podemos conectar con ese amor que ya llevamos adentro, y podemos nutrirnos nosotros mismos.
Entonces, la clave soy yo... Esto abre la puerta a que podamos conectar desde un lugar de puro amor: sin necesidades, sin codependencia, sin expectativas… en comunión con ese ser querido.
Cada vez que nos enojemos con la pareja (o la ex-pareja), debemos tener en cuenta que estamos reciclando emociones de la niñez. En vez de reprocharles, debemos agradecerles por ayudarnos a destapar aspectos nuestros que nos ayudan a evolucionar. Es importante mantener límites saludables y nutrirnos de amor personal.
El autor es sanador holístico, masajista y facilitador de constelaciones familiares.